dijous, de novembre 13, 2008

ARRABALES DEL DÍA


Un tiempo muerto esperando a que una Notaría abra sus fauces puede ser un motivo excelente para volver a fatigar ciertas calles. A esa hora primera de la tarde, y en estos días tan cortos, a las cuatro y media casi se pintan crepúsculos mansos y domados sobre las fachadas. La Universitat Vella parece una casa de huéspedes despistados de la que entran y salen tipos de funcionarial aspecto, y la calle Salvà es una cuesta con promesa de plaza.

Otra vez contemplo el derrotado asfalto, las aceras nuevas, las excesivas farolas, y otra vez el milagro de la plaza del Patriarca se abre a la derecha para hacer creer a uno que está en Italia. Tampoco hace falta fantasear demasiado. Ahora basta con levantar la vista. El sol ya sólo guerrea con los campanarios de las iglesias. Enfrente, el de la antigua san Andrés ofrece una de sus caras exactas al poniente, que golpea cansado su mitad más alta. A la derecha, a la misma altura, el campanario del Patriarca recibe la misma ración de fulgor dorado en esta tarde precipitada. El resto del escenario ya está asumiendo la todavía muy leve dosis de penumbra con la resignación acostumbrada.

Siento que puedo permitirme uno de esos raros momentos de felicidad encontrada. En la plaza, algunos niños quizás convalecientes y librados del colegio juegan entre los naranjos. Al fondo, una terraza de bar ofrece la falsa posibilidad de sentarse, pedir tres o cuatro gintónics y olvidarse de todo. Pero la luz que llena el espacio es tan hermosa y tan perfecta que el error sería ver cómo desaparece. Una insólita ausencia de coches y de gente permite hasta oír el rumor viejo del agua de la fuente. Me vienen a la cabeza la misma plaza y ciertas noches en llamas. De repente, una ventana se cierra con estrépito a mis espaldas. Y lo sé: es la señal. Habrá que salir de allí antes de que todo desaparezca.

4 comentaris:

morena ha dit...

Mi tiempo muerto es...la apertura de esos fauces...

Un beso caballero Angresola

diafebus ha dit...

Arrabales del día, fatigar las calles, noches en llamas, escapar antes de que todo desaparezca, todas son imágenes tan gratas como leerle a estas horas.
Cuando la ciudad, generosa si se la sabe conmover, regala pedazos de felicidad es importante saber corresponderle. ¿Todo lo hacen para escribirlo después? me cuentan que preguntó alguien. Pues claro, coño, se le debió contestar con unanimidad.
Esta noche también yo pediré tres o cuatro gintonics, serán la banda sonora del frío que anuncia navidades, gargantuadas, amigos, leña, familia. Dentro mis rarezas está que me gustan estas fechas. Provocador, contrarevolucionario, reaccionario, un poco marica. Lo sé.
Un abrazo

Vicè ha dit...

"Pero la luz que llena el espacio es tan hermosa y tan perfecta que el error sería ver cómo desaparece. Una insólita ausencia de coches y de gente permite hasta oír el rumor viejo del agua de la fuente. Me vienen a la cabeza la misma plaza y ciertas noches en llamas. De repente, una ventana se cierra con estrépito a mis espaldas. Y lo sé: es la señal. Habrá que salir de allí antes de que todo desaparezca."

Gran-gresola

Forlati ha dit...

No li ho havia dit: magnífic!