dimarts, de gener 20, 2009

EL CLUB DE LOS OJOS EN BLANCO


Vaya por delante -malo cuando uno pone la tirita antes del corte- que esto no es una diatriba contra nadie. Al menos, no contra ninguno de los buenos amigos que con total sinceridad y entusiasmo presentan en los últimos tiempos serias candidaturas al club.

Realmente no sabría decir de qué lado veo ya más partidarios. Hasta hace pocos años, las extravagancias o la cómica prosodia de ciertos cocineros eran tratadas en general con una indisimulada sonrisa, casi con la piedad o el desdén que se concede a los orates. Ahora, raro es el grupo en el que, ante una conversación sobre cocina, no saltan dos o tres amantes de los orgasmos a pie de mesa a defender maridajes, retrogustos o las ya míticas deconstrucciones de variados vegetales. Son -seguro que ya lo habrán adivinado- el club de los ojos en blanco.

Mi cansancio de ciertos excesos en el elogio, la consideración y el precio de determinadas ingestas curiosamente llega en el momento en que más y mejor me gusta comer y beber. Creo que valoro en su medida -que es mucha- a quien es capaz de dar de comer con calidad y gusto, a quien convierte un acto necesario en algo placentero, pero sigo pensando que no hay plato en una mesa que haga sombra al entorno, a la buena compañía o incluso a las expectativas de una tarde o una noche determinada.

Y sobretodo no soporto la ridícula mitificación del cocinero. Y entiéndaseme bien: decir lo que acabo de decir no significa pensar que es un trabajo miserable. O sencillo. Es tan digno y tan complicado de hacer como cualquier otro trabajo cuando se hace bien. También me resulta profundamente cargante -y mala, muy mala a largo plazo para todos- la falsa incardinación de la cocina como un arte. No dudo de los ramalazos de placer de algunos al trasegar ciertos vinos (no hay más que ver sus caras, y sus ojos: en blanco), pero mi idea del arte está más cerca de cierta transcendencia y selección de lo mejor que hemos hecho, de lo más alto, de lo que aporta placeres de tono muy distinto a los que el paladar procura. Y el uso de su nombre en lo relativo a la comida es una prueba más de la banalización de casi todo y de un cambio de referentes que en realidad no aporta nada.

Creo que el acto de cocinar, puestos a clasificar -ellos lo hacen continuamente-, estará siempre más cerca de la artesanía que del arte, más cerca de un oficio digno y antiguo que se ejerce con más o menos habilidad o maestría que de la locura arrebatada de quien crea y aporta la intensidad o la emoción de algo que, años o siglos después, conmoverá y marcará para siempre a algún joven en una habitación revuelta o en cualquier rincón solitario de un museo.

Por todo eso no dejo de sorprenderme cuando veo en televisión a tipos en cocinas impolutas aplicando el mágico fuego de un soplete de la mejor estirpe metalúrgica -gafas protectoras incluidas- al acabado de un flan de nombre irreconocible, o a padres de familia ponderando las virtudes de las emulsiones o los gases licuados, las texturas o los gelificantes. Aunque lo mejor es cuando te cuentan las listas de espera de meses o incluso años para acceder a determinadas catedrales, todos con un buen puñado de billetes en la mano, dispuestos a dar el óbolo e ingresar en el club de los ojos en blanco mientras al fondo de la cocina alguien hace caja y se aguanta la risa como puede. Gente toda esta muy piadosa. En realidad, son los nuevos místicos.

8 comentaris:

Forlati ha dit...

Esta columna la voldria vore publicada en El País. Chapeau!

Vicè ha dit...

Enorme Angresola.Antes artesanía, que arte.

Podria haver acompanyat vosté este post de la parodia que la muchachada nui feu de Ferran Adrià. El preu d'estos plats i la fam amb la que et quedes van paralelament de la ma en progressió aritmètica.

Quan vosté vullga li convide a una poutine quebequesa...

Comtessa d´Angeville ha dit...

Jo espere que tinga un ratet i li faig un copiarapegar d'algunes coses que he dit al meu blog...

Comtessa d´Angeville ha dit...

i claro, la cretina del 31 a un kebab, no?

morena ha dit...

jajajaja, muy bueno Comtessa

Enhorabuena por este post Angresola

angresola ha dit...

Jajaja. Molt bó, Comtessa. Però açó no és més que una opinió personal, no dogma cretinesc.

Vicè, no crega que no vaig pensar lo de Muchachada Nui, però no volia donar noms. Tots sabem dels furtamantes dels que parlem.

Abraços a tots.

Sfrazzera ha dit...

Chapó pel post!!
I ara que ho pense, pues jo convidaria a la Cretina Comedia a ma casa, primer a fer unes cervesses, i després ja faríem el sopar. D´això m´encarregue jo com a humil menjadora de coses sencilles i preus populaRS. Que jo amb un espencaet, i una coqueta de dacsa amb cebeta, mmmmm, soc la més feliç del món. I si és amb bona companya, chapó!!
TOTALMENT DISPOSADA, i si us agrada bé, i si no també!!
Au!

Juan Antonio ha dit...

Tú lo has dicho, los nuevos místicos: una combinación letal de esnobismo e ignorancia.

¿Cómo va a ser arte algo que -con perdón- a las pocas horas se convierte en mierda? Ah, claro, olvidadaba que la cosa está en que es arte "efímero" (una de las palabras con las que los nuevos místicos se creen que han dicho algo).

Te ha salido el artículo incontestable, Angresola. Mueran las chorrás como pianos! Viva el arroz a la cubana!