dimarts, de setembre 30, 2008

TRABAJOS DE PENITENCIA


Mitificamos la oscuridad y de ella aprendimos muchas cosas. Pero a veces la noche juega malas pasadas. Palabras equivocadas, gestos indeseados, euforias excesivas. El difícil aprendizaje de la madurez del que hablaba el otro día un amigo, sobretodo en su arriesgada pero inevitable combinación con hábitos adolescentes. Poca capacidad, al final, para valorar lo que tienes. Y una facilidad realmente decepcionante y todavía sorprendente para acabar haciendo aquello que en cualquier otro condenarías. Quizá fue la lluvia. Bueno, realmente he de convencerme de que la culpa la tuvo la lluvia. Y la lluvia mansa y constante siempre acaba llevándome los mismos versos a la cabeza. Versos que robo, que no son míos, pero que ahora los hago míos, sólo para hacerte una petición tramposa de perdón -tramposa porque ya me lo diste-, un fervoroso, rendido, público y secreto homenaje, después de un tiempo largo y muy duro, a ti, la mejor novedad de mi vida.

Es todo lo que queda,
dirigirse,
por las ramblas del tiempo transcurrido,
hacia la periferia de esta turbia ciudad,
bañada en charcos,
donde sólo el refugio de los toldos
ayuda a combatir el aguacero,
donde nadie me habla,
ni comparte
las caras interiores de tus muslos,
mi enferma inclinación a visitarlos.

3 comentaris:

diafebus ha dit...

y once faltan para Hércules. De todos modos, contad si está hecho

Comtessa d´Angeville ha dit...

La nit, la nit... que hui no ploga que vull fer maldats per València!!

morena ha dit...

Chulos versos, ríndase receptora!

Un abrazo